viernes, 14 de marzo de 2014

El conocimiento del derecho. Una severa crítica al legislador.

El eminente estudioso del derecho, Alfonso García-Gallo, no dejó una frase que resume de forma magistral la definición de derecho y su observancia.

"El derecho constituye una ordenación de la vida social que, por serlo, todos deben guardar".

Reflejo de lo anterior es nuestro artículo 6 del Código Civil, que expresa sin tapujos, y sin posibilidad de erradas interpretaciones, que "La ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento".

Sin el conocimiento del derecho nadie puede ajustarse a su mandato, estableciendo una conducta afín al sentido de las leyes. Y aquí es donde radica la dificultad, ya que en la actualidad, en España, tenemos legisladores como setas en el bosque, y así el legislador estatal que dispone, el de la propia Comunidad Autónoma que emite honrosas disposiciones en atribución de su posición, y el Comunitario, que cada vez somos más Europa.

De hay que no solo tengamos ya que conocer la ley estatal, sino la comunitaria. 

La segunda dificultad  radica en conocer cuáles son las normas jurídicas vigentes, porque existe la "manía del legislador", o si me permiten lo que existe es un mal legislador, de dejar leyes vigentes que han sido derogadas casi en su integridad por otras más novedosas. Como ejemplo la ley de enjuiciamiento civil actual, que deroga casi por completo la anterior, a excepción, por ejemplo, de la jurisdicción voluntaria.

Otra mala praxis es legislar sin freno, acumulando normas en vez de compilarlas. O lo que es lo mismo, facilitar a la ciudadanía la consulta de un único texto en vez de cientos de leyes.

Mal entendido tenemos también el estado de derecho si pretendemos anular las leyes dictadas con cada cambio de gobierno o color político, porque entonces estaremos sometidos a la tiranía de los partidos y sus ideologías, cuando lo que se necesitan son políticos (que son los que legislan) de altura, de perspectiva. No puede entenderse que las leyes duren 4 años, cuando todavía tenemos vigente el Código Civil, que se aprobó en el S XIX, y continúa siendo un texto irreprochable.

Difícil queda por tanto el conocimiento del derecho a la ciudadanía en general, y a los profesionales del derecho en particular, que aun estudiando a diario vemos repletas nuestras bandejas de entrada de información jurídica sin que podamos abarcar tal avalancha de cambios legislativos.

Un esfuerzo codificador es, según mi criterio, necesario para traer la calma a nuestro estado de derecho.
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